El
carmonato de Ramos Allup
*Miguel Ugas
Como lo contempla la CRBV, en su Artículo 219, el
pasado martes, 5 de enero, se instaló el primer período de sesiones de la nueva
Asamblea Nacional, siendo elegido como presidente, según lo previsto con
antelación, el diputado adeco Henry Ramos Allup.
Ahora no tan
breve
Y cumpliendo, también, con los pronósticos, a partir
de allí se puso en práctica el régimen de un nuevo carmonato, o lo que es lo mismo, la derecha, a través,
de su instrumento ejecutor, el inefable Ramos Allup, comenzó a desarrollar el mismo formato de
Pedro Carmona, el breve, de abril de 2002, sólo que en esta oportunidad, la experiencia,
al parecer, no pasa en vano, la trama ha sido concebida para ser ejecutada
en cámara lenta- lenta, pero sin pausa-
y no en 48 horas como cuando el fugaz mandato del representante de Fedecámaras
y Venamcham en Miraflores.
Se inició, juramentándose, a sí mismo, como presidente
de la Asamblea y ya en esa primera sesión de la nueva Cámara procedió a
violentar el Reglamento Interno, dándole la palabra-tal cual- como gesto de
consolación, al diputado primerojusticialista Julio Borges, quien, vanamente,
aspiró a ese cargo, resultando vencido
por la alianza de la derecha, hoy por hoy, más rancia, del presente escenario
político venezolano: Acción Democrática (Betancourt-CAP) y Voluntad Popular
(López-Mendoza).
En esa primera sesión, le correspondió a otro
parlamentario, Américo de Gracia, el ominoso papel de marcar la pauta de
propósitos que anima a esta tendencia que ahora tiene control del Parlamento
Nacional; al igual que el inefable Romero, en el Salón Ayacucho, durante el
golpe de Estado de abril de 2002, procedió a señalar, en este caso, no la
disolución de los otros poderes, sino la disposición que tienen de ir tomando
el control progresivo de las distintas instituciones que conforman el Poder
Público Nacional: la Contraloría, la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Supremo
de Justicia, la Fiscalía, el Consejo Nacional Electoral hasta rematar con la
toma del Palacio de Miraflores, símbolo del poder político del país; en sí
misma, tal invocación no es pecaminosa, la Constitución vigente establece los caminos
democráticos para pretender tales objetivos; lo peligroso y cuestionable es la
manera como se lo plantean: desafiando, vía parlamentaria, el Estado de derecho
nacional.
La guinda que coronó la jornada de ese día fue la
intervención de cierre de sesión del nuevo presidente legislativo, quien en su
disertación replanteo la idea de incorporar en la agenda legislativa, como
punto prioritario, la aprobación de una ley de amnistía y de reconciliación
nacional, haciendo abstracción de las distintas causales que motivan la
existencia de políticos presos y de ciudadanos autoexiliados, merecedores de
procesamiento penal por los flagrantes, pérfidos y monstruosos delitos, por
ellos, cometidos.
Golpismo
institucional
Pero, más que ese dislate estuvo el hecho de plantear
a manera de meta retadora la salida del Presidente Nicolás Maduro del Poder
Ejecutivo de la nación, al cabo de 6 meses, a partir de la asunción de la nueva
Asamblea Nacional. Es decir, más claro no canta un gallo aunque sea pataruco; en
apenas una primera sesión la derecha opositora pone en evidencia el plan
golpista que ya tienen en marcha; ni más ni menos, un plan que descansa en la
contraposición de poderes: un Poder, el Legislativo, rebelado y confrontado contra
los otros Poderes Públicos, generando una crisis institucional de pronósticos
reservados.
Estamos frente a un plan concebido a seis meses, un
carmonato progresivo, sustentado en la prolongación de la guerra económica,
angustiante y perversa, que la burguesía local, monitoreada por y desde el
imperialismo, ha desatado contra el país y el pueblo venezolano; guerra
económica que ya les aportó el rédito del triunfo electoral parlamentario y que
ahora esperan, con su profundización, crear la descomposición social apropiada
como para coronar, con la crisis institucional, su aspiración de tomar el
control político del país.
En la sesión del segundo día, miércoles 6, al frente
del Legislativo, la derecha insistió en su línea de acción desestabilizadora al
juramentar a tres de los cuatro parlamentarios del estado Amazonas a pesar de
que la proclamación de los mismos había sido suspendida por la Sala Electoral
del Tribunal Supremo de Justicia, por estar sujetos a averiguación a
consecuencia de presuntas irregularidades cometidas en el acto de votación de
esa entidad, desacatando, con esta medida, al Máximo Tribunal del país y
acentuando su disposición retadora a otro Poder del Estado Con esta postura, la
burguesía remarca la línea que lleva trazada de poner en jaque la
institucionalidad del país.
Sin entender al
bolivarianismo-chavismo
Por si faltara poco, ese mismo día, el diputado adeco
Ramos Allup, envalentonado y con la soberbia betancurista como referencia,
comete el exabrupto de ordenar retirar de las oficinas y Salón de
Sesiones de la Asamblea Nacional de manera, por demás, grosera y alevosa los
retratos del Libertador Simón Bolívar, Padre de la Patria, y del Comandante
Hugo Chávez Frías, Líder Supremo de la Revolución Bolivariana, mandándolos a la
basura, sin parar mientes en la ofensa que con tan vil acción le ocasionaba a
los millones de venezolanos que simbolizan en estas dos egregias figuras los
valores de la identidad nacional y los más sublimes sentimientos de amor y de
raigambre patriótica. Definitivamente la burguesía y sus adláteres no terminan
de entender el fenómeno de la simbiosis del bolivarianismo-chavismo. Allá ellos
con su cortedad de miras.
En apenas dos días, martes y miércoles, la
derecha mostró el rostro de la monstruosidad con la que llega a la Asamblea
Nacional, el mismo rostro que presentó Carmona en aquellos dos días tenebrosos
de abril de 2002 en los que se adueñó írritamente del poder, aunque sus
congéneres de ahora se lo plantean en un lapso de 6 meses. Pues bien, la pelea
es peleando y con Bolívar y Chávez seguiremos triunfando.
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